martes, 25 de agosto de 2009

Transformaciones sociales

Socialmente el país se transformaba. El aparato burocrático estatal -junto con el magisterio, la policía y el ejército- vivió estos años un importante crecimiento, lo que produjo el aumento y la consolidación de las clases medias urbanas. Al mismo tiempo, la incipiente industrialización y la migración a la ciudad generaron el aumento de la clase obrera, que empezó a organizarse en sindicatos. En el campo, la presencia del Ministerio de Previsión Social, así como la actividad del Partido Comunista y Socialista en las comunidades indígenas generó niveles novedosos de organización y participación política. Las reivindicaciones en torno a la propiedad de la tierra y al régimen laboral en el campo empezaron a presionar a los terratenientes.

Las Reformas Julianas

En 1925 la situación política, económica y social que se vivía bajo el gobierno de Gonzalo Córdova se tornó insostenible. Los sectores plutocráticos habían perdido toda legitimidad política y fueron desplazados del poder la noche del 9 de julio. Un grupo de militares jóvenes de tendencia nacionalista de izquierda derrocó al presidente y dio inicio a un proceso de modernización y fortalecimiento del Estado.

En su entrada a la complicada década de los 30, Ecuador había puesto fin a los gobiernos plutocráticos y emprendía reformas para lograr la modernización del Estado. Después de más de una década de intentos fallidos, el impulso a la industria nacional había quedado relegado frente a los intereses de los importadores, por lo que se tomó una serie de medidas de corte proteccionista para el fomento de esta.

En la junta de gobierno se destacó el banquero y empresario liberal quiteño cercano al socialismo, Luis Napoleón Dillon, ideólogo de la oposición al poder plutocrático y defensor de una transformación económica y social del país. Hasta 1927 la junta logró poner en marcha algunas reformas. Entre ellas se destacan la creación del Ministerio de Previsión Social y Trabajo, para concentrar la ejecución de la política social y laboral de los gobiernos venideros, el descanso semanal obligatorio, la creación de la cédula de identidad y la iniciativa de crear una banca nacional que dirigiera la política monetaria. La Ley Protectora de Industrias Nacionales buscaba amparar a la débil e incipiente industria ecuatoriana de la competencia extranjera.

Eloy Alfaro y el Liberalismo

Eloy Alfaro de muy temprana edad se dedicó a la actividad comercial, entro de lleno a la Política. Pronto entro al ejército distinguiéndose por su aptitud al estudio. Alfaro llegó al poder en 1895. El 5 de junio de 1895 estalló una revolución encabezada por Eloy Alfaro, quien instauró el liberacionismo. Alfaro llevó a cabo en Ecuador una fuerte transformación doctrinaria que significó la ruptura entre la Iglesia y el Estado, la confiscación de los bienes eclesiásticos, la abolición del catolicismo como religión estatal, la enseñanza laica y el divorcio

Si se buscan modelos o paralelos para la carrera de Alfaro, el ejemplo más adecuado sería Garibaldi, quien, por cierto, pasó en 1851 por Guayaquil cuando ya era famoso por su defensa de Roma. Alfaro tenía a la sazón nueve años. Se asemejaba a Garibaldi en el coraje, el ánimo, la habilidad de improvisar, el trato sencillo, el absoluto desinterés, una nobleza de carácter premarxista y republicano,
y en su anticlericalismo. La historiografía moderna ecuatoriana se halla tan ansiosa de definir la revolución liberal, que encontró en él a su imprescindible caudillo, como una revolución burguesa, como un movimiento de los intereses comerciales y explotadores de la costa contra los elementos clericales-latifundistas
de la sierra, que se pasan por alto muchas de las mencionadas cualidades garibaldinas y se distorsiona la naturaleza de su revolución, reduciéndose aún su importancia.
El padre de Alfaro era comerciante, pero la primera vez que puso al joven Eloy a cargo del negocio, invirtió todo el capital disponible en una revolución. Más tarde el propio Eloy, en el exilio, amasó una fortuna con sus negocios en Panamá, donde además se casó bien. Empleó dicha fortuna en nuevas revoluciones,
abandonando a su adorada familia en condiciones difíciles. Las cartas son menos numerosas de lo que deberían ser, escribió uno de sus hijos, debido al precio de los sellos. En las pausas entre sus viajes a Ecuador, prestó sus servicios a la causa liberal-radical de América Central. Alfaro siempre consideró el liberalismo
como una causa universal y, para 1895, tenía ya ciertamente una reputación
en América Latina, derivada de sus proezas militares, espectaculares aunque no siempre afortunadas. Su reputación se mantuvo y se divulgó por sus contactos
con otros liberales y revolucionarios como Joaquín Crespo en Venezuela, el nicaragüense José Santos Zelaya, los cubanos José Martí y Antonio Maceo, y colombianos como los periodistas y panfletistas José María Vargas Vila y «El Indio» Juan de Dios Uribe. Fue admirador, amigo, aliado y mecenas del original
Cicerón suramericano, su compatriota Juan Montalvo. En suma, fue un revolucionario profesional. No es preciso calificarlo de burgués, como no es preciso calificar así a su paralelo colombiano, Rafael Uribe Uribe, aunque fue administrador profesional de fincas cafeteras. Esto no le impidió dirigir un movimiento que, en sus intenciones y resultados, puede en parte caracterizarse adecuadamente como burgués.
Los comerciantes y banqueros de Guayaquil y los cultivadores de cacao no habían carecido de poder en gobiernos anteriores —puede argumentarse que «la argolla» le convenía, a muchos de ellos, más que el «alfarismo»—, pero su dominio aparece más completo y seguro al final del ciclo alfarista. Sin embargo, la revolución liberal contó también con el apoyo de grupos pequeñoburgueses, de funcionarios menores y maestros de escuela y, aparte de ellos, atrajo también al pueblo.

El programa liberal quedó sintetizado en un práctico catálogo publicado en El Pichincha, periódico radical semioficial de Quito:
1. Decreto de manos muertas.
2. Supresión de los conventos.
3. Supresión de los monasterios.
4. Educación laica obligatoria.
5. Libertad de los indígenas.
6. Abolición del Concordato.
7. Secularización eclesiástica.
8. Expulsión de los sacerdotes extranjeros.
9. Ejército fuerte y bien pagado. 10. Ferrocarril al Pacífico.

Población y Economía


Es difícil hallar estimaciones generales de población en Ecuador. Un cálculo oficial la establecía en 1882 en 946.000, y una cuidadosa conjetura, para 1905, en 1.150.000. La Commercial traveler's guide to Latin America, del Departamento
de Comercio de los Estados Unidos, señala que el total se estimaba entre 1.300.000 y 2.000.000 a principios de los años veinte, y se inclina hacia la cifra menor. La población de las dos principales ciudades de Ecuador aumentó de modo sostenido durante el periodo. La de Guayaquil creció de 44.000 en 1890 a 70.000-75.000 en 1908, y a 120.000 en 1930. Quito sólo tenía alrededor de 50.000 habitantes cuando llegó el ferrocarril en 1908, pero de allí en adelante su población
comenzó a incrementarse con mayor rapidez. Para 1930, las cifras de la ciudad eran aproximadamente cercanas a las de Guayaquil.
Hasta la década de 1920 el desarrollo económico de Ecuador estuvo, en este periodo, menos marcado por la crisis y el cambio que el de Colombia. El cacao dominaba sus exportaciones, y estos años vieron una bonanza que convirtió al país, durante algún tiempo, en el mayor productor del mundo. Las plantaciones se expandieron. El sistema de producción era un arreglo típico entre dos tipos ideales: los terratenientes de la costa contrataban a los sembradores, quienes tomaban bajo su cuidado un número determinado de árboles hasta que éstos iniciaran su producción, recibiendo avances en efectivo y el derecho a mantener entre tanto sus propios cultivos de subsistencia. Ellos mismos, sus familias y otros trabajadores también servirían como peones en las partes productivas de la plantación. La costa continuó atrayendo mano de obra de la sierra, como lo había hecho al menos desde el siglo xvm. Los adelantos que daban los terratenientes
a los sembradores y peones pueden tener la apariencia de un riguroso peonaje por deuda, pero la evidencia de la movilidad y la competencia modifican esta impresión. Lo mismo sucedió con la literatura sobre el carácter del costeño mestizo ecuatoriano, el «montuvio», no siempre representado como respetuoso. Se ha argumentado que quienes no se hallaban empleados en el cacao tenían una particular tendencia al alfarismo, pero se podría aventurar que las mismas actitudes afectaron a los trabajadores de las plantaciones.
Las plantaciones de cacao eran en general empresas grandes. Algunos propietarios
mayores estaban también vinculados a la banca y al comercio exterior, pero Guayaquil también generaba una comunidad bancaria y comercial no directamente
asociada con plantaciones de cacao. Aunque se hallaba presente el capital extranjero, éste no era dominante. La producción y comercialización del cacao en ciertos aspectos prefigura la producción independiente de bananas en la costa, que finalmente la reemplazó, la cual no ha estado subordinada tampoco al capital extranjero. El cacao produjo un pequeño número de millonarios con medios suficientes para vivir bien en París.
El consumo mundial de cacao se duplicó entre 1894 y 1903, nuevamente entre 1903 y 1912, y una vez más entre ese año y 1924; en otras palabras, aumentó ocho veces entre 1894 y 1924. En 1894 Ecuador produjo el 28 por 100 de la producción mundial, superando el 24 por 100 del Imperio británico, y duplicando en cantidad a su más cercano rival, Brasil. Esta proporción descendió
al 6,5 por 100 en 1924, mientras que las colonias británicas en África produjeron el 53,5 por 100. Hubo claras señales de crisis antes de la primera guerra mundial, y la bonanza llegó a su fin para Ecuador en la década de 1920, por la combinación de la competencia británico-africana, un superávit mundial y la llegada a la costa ecuatoriana y la proliferación de enfermedades del cacao.
Como en otros lugares, en este periodo sólo pueden observarse los comienzos
a pequeña escala de una industrialización moderna de sustitución de importaciones,
complicada en Ecuador por la continuidad y adaptación de la producción
tradicional de textiles. Pese a las vicisitudes, ésta nunca había desaparecido de la sierra. La confección de sombreros persistió también, habiendo declinado en la costa pero crecido en la región de Cuenca, donde se sostuvo con firmeza hasta la llegada de las modas que acabaron con el sombrero masculino, después de la segunda guerra mundial. Un mejor sistema de comunicaciones, entre ellas el ferrocarril construido por Alfaro y Harman, produjo cierto impacto, aunque no cambios dramáticos.
Las condiciones de la población indígena de las tierras altas sólo cambió con lentitud, aunque algunos historiadores han detectado mayores conflictos entre la población indígena y el Estado en los últimos años del siglo xix, con la creciente demanda para el trabajo indígena en las obras públicas. Parece también que desde 1870 en adelante hubo una penetración creciente de manufacturas importadas,
con efectos negativos para la producción artesanal de la sierra, en parte de producción indígena.
Pero siempre ha habido levantamientos aislados, y el patrón de estos años no es todavía claro. Alfaro reclamaba a veces en su retórica la redención de la raza oprimida, pero por su escaso conocimiento del problema no avanzó más allá de la retórica. En 1916 el presidente Baquerizo Moreno cambió la ley de prisión por deudas, paso que algunos han considerado como la abolición legal del «concertaje», es decir, el peonaje por deuda de la sierra.

Informacion General


Nombre oficial: República del Ecuador

Capital:
Quito

Superficie:
272.045 km²

Unidad monetaria:
1 dólar EEUU = 100 centavos (antiguamente el sucre)

Está situada en el noroeste de Sudamérica, limita al norte con Colombia, al este y sur con el Perú, y al oeste con el océano Pacífico.